"- Ustedes son bellas, pero están vacías – agregó. – No se puede morir por ustedes. Seguramente, cualquiera que pase creería que mi rosa se les parece. Pero ella sola es más importante que todas ustedes, puesto que es ella a quien he regado. Puesto que es ella a quien abrigué bajo el globo. Puesto que es ella a quien protegí con la pantalla. Puesto que es ella la rosa cuyas orugas maté (salvo las dos o tres para las mariposas). Puesto que es ella a quien escuché quejarse, o alabarse, o incluso a veces callarse. Puesto que es mi rosa.
Y volvió con el zorro:
- Adiós – dijo...
- Adiós – dijo el zorro. – Aquí está mi secreto. Es muy simple: sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.
- Lo esencial es invisible a los ojos – repitió el principito a fin de recordarlo.
- Es el tiempo que has perdido en tu rosa lo que hace a tu rosa tan importante.
- Es el tiempo que he perdido en mi rosa... – dijo el principito a fin de recordarlo.
- Los hombres han olvidado esta verdad – dijo el zorro. – Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...
- Soy responsable de mi rosa... - repitió el principito a fin de recordarlo. "
"- Los hombres de tu tierra – dijo el principito -, cultivan cinco mil rosas en un mismo jardín... y no encuentran lo que buscan.
- No lo encuentran – respondí.
- Y sin embargo, lo que buscan podría encontrarse en una sola rosa o en un poco de agua...
- Desde luego – respondí.
Y el principito agregó:
- Pero los ojos son ciegos. Hay que buscar con el corazón.
Había bebido y respiraba bien. La arena, al amanecer, tiene el color de la miel. Me sentía contento también por ese color de miel. Por qué habría de estar apesadumbrado...
- Debes cumplir tu promesa – me dijo dulcemente el principito, que se había sentado de nuevo a mi lado.
- Cuál promesa ?
- Ya sabes... un bozal para mi cordero... soy responsable de aquella flor !"
"- Esta noche se cumplirá un año. Mi estrella se encontrará justo encima del lugar donde caí el año pasado...
- Hombrecito, dime que esa historia de serpiente y de cita y de estrella es un mal sueño...
Pero no me respondió. Me dijo:
- Lo que es importante, no se puede ver...
- Desde luego...
- Es como con la flor. Si amas a una flor que está en una estrella, es placentero mirar el cielo por la noche. Todas las estrellas están floridas.
- Desde luego...
- Es como con el agua. La que me diste a beber era como una música, a causa de la polea y de la cuerda... recuerdas... era deliciosa.
- Desde luego...
- Por la noche mirarás las estrellas. La mía es demasiado pequeña para que te muestre dónde se encuentra. Es mejor así. Mi estrella será para ti una de las tantas estrellas. Entonces, te gustará mirar a todas las estrellas. Todas serán tus amigas. Y además voy a hacerte un regalo...
Volvió a reír.
- Ah! hombrecito, hombrecito, me gusta escuchar esa risa !
- Justamente ése será mi regalo... será como con el agua...
- Qué quieres decir ?
- La gente tiene estrellas que no son las mismas. Para quienes viajan, las estrellas son guías. Para otros no son más que pequeñas luces. Para otros que son sabios, ellas son problemas. Para mi hombre de negocios significaban oro. Pero todas esas estrellas son mudas. Tú tendrás estrellas como no tiene nadie...
- Qué quieres decir ?
- Cuando mires el cielo por la noche, dado que yo estaré en una de ellas, dado que yo reiré en una de ellas, entonces será para ti como si rieran todas las estrellas. Tú tendrás estrellas que saben reír !
Y volvió a reír.
- Y cuando te hayas consolado (siempre se encuentra consuelo) estarás contento de haberme conocido. Serás siempre mi amigo. Tendrás ganas de reír conmigo. Y abrirás de vez en cuando tu ventana, así, por placer... Y tus amigos se sorprenderán de verte reír al mirar el cielo. Entonces les dirás: "Sí, las estrellas siempre me hacen reír !" Y ellos te creerán loco. Te habré jugado una muy mala pasada...
Y volvió a reír.
- Será como si te hubiese dado, en vez de estrellas, montones de pequeños cascabeles que saben reír...
Y volvió a reír. Después volvió a ponerse serio:
- Esta noche... sabes... mejor no vengas.
- No te abandonaré.
- Podrá parecer que sufro... podrá parecer que me muero. Es eso. No lo vengas a ver, no vale la pena.
- No te abandonaré.
Pero se lo notaba preocupado.
- Te lo digo... es también por la serpiente, que no debe morderte... Las serpientes son malas, pueden morder por placer.
- No te abandonaré.
Pero algo lo tranquilizó:
- Es cierto que no tienen más veneno para la segunda picadura...
Aquella noche no lo vi marcharse. Se había escapado silenciosamente. Cuando logré alcanzarlo caminaba decidido, con paso rápido. Sólo me dijo:
- Ah! estás aquí...
Y me tomó de la mano. Pero siguió mortificándose:
- Has hecho mal; vas a sufrir. Parecerá que me muero y no será cierto...
Yo no decía nada.
- Tú comprendes. Es demasiado lejos. No puedo llevarme este cuerpo, es demasiado pesado.
Yo no decía nada.
- Pero será como una vieja cáscara abandonada. No tienen nada de triste las cáscaras abandonadas...
Yo no decía nada.
Se desanimó un poco. Pero hizo aún un esfuerzo:
- Será simpático, sabes. Yo también miraré las estrellas. Todas las estrellas serán pozos con una polea oxidada. Todas las estrellas me darán de beber...
Yo no decía nada.
- Será tan divertido ! Tú tendrás quinientos millones de cascabeles, yo tendré quinientos millones de fuentes...
Y se calló también, porque estaba llorando...
- Es ahí. Déjame que dé un paso yo solo.
Y se sentó porque tenía miedo.
Agregó:
- Tú sabes... mi flor... soy responsable de ella ! Y es tan débil ! Y es tan ingenua. Tiene cuatro espinas insignificantes para protegerse del mundo...
Yo me senté porque ya no podía mantenerme parado. Dijo:
- Bueno... es todo...
Vaciló todavía un poco, luego se levantó. Dio un paso. Yo no podía moverme.
No hubo más que un relámpago amarillo cerca de su tobillo. Permaneció un instante inmóvil. No gritó. Cayó suavemente como cae un árbol. Ni siquiera hizo ruido, a causa de la arena.
Y ahora, por cierto, ya pasaron seis años... Nunca he contado esta historia todavía. Los camaradas que me volvieron a ver se pusieron muy contentos de encontrarme vivo. Yo estaba triste pero les decía: es el cansancio...
Ahora me he consolado un poco. Es decir... no totalmente. Pero sé que él regresó a su planeta, porque cuando salió el sol no encontré su cuerpo. No era un cuerpo tan pesado... Y me gusta por la noche escuchar a las estrellas. Son como quinientos millones de cascabeles...
Pero he aquí que sucede algo extraordinario. Al bozal que le dibujé al principito, me olvidé de agregarle la correa de cuero ! Nunca habrá podido colocárselo al cordero. Entonces me pregunto: "Qué es lo que sucedió en su planeta ? Posiblemente el cordero se haya comido la flor..."
A veces me digo: "Seguramente que no ! El principito guarda su flor todas las noches bajo su globo de vidrio y vigila bien a su cordero..." Entonces me pongo contento. Y todas las estrellas ríen en voz baja.
Otras veces me digo: "Uno puede distraerse en cualquier momento, y con eso basta ! Se olvidó alguna vez el globo de vidrio, o bien el cordero salió sin hacer ruido durante la noche..." Entonces los cascabeles se convierten todos en lágrimas !...
Ése es un gran misterio. Tanto para ustedes que aman también al principito como para mí, nada en el universo es parecido si en alguna parte, no se sabe dónde, un cordero que no conocemos ha comido o no una rosa...
Miren el cielo. Pregúntense: el cordero se comió o no a la flor ? Y verán como cambia todo...
Y ningún adulto comprenderá jamás la importancia que esto tiene !"